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La borra del café


Autor: Mario Benedetti.

Año: 1992.

Género: Ficción.

Nº de páginas: 210.

Valoración personal: 2.9/5. Simplemente no conecté, pero está bien escrita.


Sinopsis:


Novela inolvidable, donde el humor y el amor a los seres humanos se convierte en reflejo de nosotros mismos. Benedetti rescata, en un espacio de ensueño, las anécdotas que acompañaron a Claudio, el protagonista, durante su niñez. Los juegos infantiles, la inesperada muerte de su madre, el traslado a otro barrio, la nueva boda de su padre, su propio descubrimiento del amor y del sexo. Las diferentes ceremonias de las despedidas son retratadas aquí, con maestría, por el escritor uruguayo.


Análisis:


El primer hecho histórico en la novela que permite ubicarnos en el tiempo es la mención del dirigible Graff Zepellin en 1930. Esto a pesar de ser acto de gran relevancia para los mayores, para los menores, incluido el protagonista, Claudio, fue solo llamativo los primeros diez minutos.


Claudio vivía en Capurro junto a sus padres y su hermana menor. Esta fue la primera casa que tuvo principal importancia para él de entre las tantas en las que había vivido antes. En sus cercanías vivían sus primos: Daniel y Fernando con quienes era realmente amigos. A ellos se les sumaba Norberto: el vecino de Claudio.


Ellos fueron fundamentales y tuvieron un rol protagonista durante la infancia de Claudio, pues más allá de ser solo amigos de juegos todos tenían una complicidad al mantener oculto su gran secreto: que descubrieron muerto al Dandy y a pesar de que acordaron mantener este hallazgo oculto y nunca volver a mencionarlo es algo en lo que al menos Claudio pensaba constantemente.


Fueron en su momento todos muy unidos y compartían gustos similares en cuanto a literatura, pero a su vez tenían grandes diferencias como por ejemplo en asuntos deportivos. Aún así nunca nada de eso se había interpuesto entre ellos.


Aparte de ellos Claudio también tenía como amigo a Mateo, un vecino que era ciego. Cuando él lo visitaba las preguntas sobre su ceguera eran constantes, preguntas en muchas ocasiones molestas y que usualmente Mateo no respondería, pero siendo consciente que provenían desde la inocencia de un niño lo hacía felizmente. Claudio lo que más disfrutaba de estas charlas era no ser tratado como un simple niño insignificante, sino como persona de más edad con opinión e ideas. Esta relación no era meramente de amistad, pues Claudio de un modo idolatra a Mateo.


Pero todas estas relaciones se acaban cuando tras la muerte de la madre, el padre de Claudio declara sus intenciones de mudarse. En la despedida asegura su intención de mantener contacto con ellos, que de alguna forma se las ingeniarían, pero la verdad es que con el único que mantuvo la amistad fue Norberto.


Punta Carretas, el lugar donde se mudó, quedaba justo al lado de una penitenciaría lo que menciona que abarataba los costos. Pero por otro lado era una casa amplia, así que subarrendaron una habitación a Natalia, una chilena que cursaba en la universidad, para además poder equilibrar un poco el presupuesto.


Con ella fue con quien tuvo su primer encuentro de carácter sexual a los 16 a pesar de que ella tenía novio y tenía 25 años. Según lo que ella asegura era algo necesario para su “formación”.


En la novela se menciona que no está bien vista la masturbación, pero aún así la asistencia a prostíbulos era algo totalmente natural incluso desde una edad temprana como se menciona en el caso de un compañero de curso de Claudio. Teniendo en cuenta la época en la que se desarrolla la historia tiene sentido estas normalizaciones, pero aún así no deja que sea molesto la cosificación de una mujer.


Ahora bien, Claudio comenzó a tener estas nociones sexuales desde mucho antes, de primeras siendo muy inocente con su primera profesora imaginando solo sus piernas, después repitiendo el primer beso que se da con Rita, la chica de la higuera.


Rita en sí representaba tanto la muerte como la sexualidad, por lo que era extraño que en sus escasos encuentros no sucediera nada de esta índole, aunque nunca llegando al punto de tener relaciones, siempre fue más una fantasía.


Por otro lado también se muestra una perspectiva más adulta, la del padre, quien se vuelve a casar y compara esta relación con la de la madre de Claudio. La primera, en sus palabras, dice que se trataba de una fiesta, pero con la segunda le ponía inseguro la seguridad de ella.


Durante esta época ya había dado inicio la segunda guerra mundial, pero el Uruguay de la novela no se ve afectado ni política, social o económicamente. Se ven ajenos y la guerra pareciera ser un rumor que ni siquiera está presente hasta que el Graf Spee queda varado en las costas, pero aún así este suceso no tiene una mayor relevancia dentro de la vida del protagonista.


Su vida se desarrolla con normalidad. Comienza una relación con una chica, decide irse por el lado de las artes, consigue un trabajo en esta área. Y creo que en esta etapa de transición entre la inocente adolescencia hacia las responsabilidades de la adultez es cuando su nostalgia se acentúa y se hace notar. Es lógico que suceda, porque se encuentra con todo un mundo por delante, miles de posibilidades y decisiones que pueden dar terror y es cuando uno desea volver a tener la seguridad y confianza del tan conocido pasado.


Por lo demás su nostalgia me parece natural y normal. La novela está escrita a partir de ella. Comienza diciendo que contará “cosas chicas para el mundo, pero grandes para mí”. Todo es parte de su pasado, pero este pasado ha ido formando su identidad: La muerte del Dandy, las apariciones de RIta, la muerte de la madre, sus antiguas amistades, etc.

Claudio ocupa la nostalgia como un recurso.


Poco antes de terminar la novela se menciona la bomba de Nagasaki, bomba que impresiona y determina a Claudio mucho más que la de Hiroshima. Esta declara el fin de la segunda guerra mundial, pero él no deja de ver todas las muertes inocentes que se causaron y no es capaz de comprender la alegría del resto de las personas que invisibilizan las pérdidas y costos de la guerra.


Ahora refiriéndome al título de la novela. A pesar de que lleve como nombre “La borra del café” no se le da demasiada relevancia, más bien Claudio no le cede relevancia, sino que simplemente lo menciona con tranquilidad. Las veces que se lo leen siempre aparece una chica y un árbol y él meramente asume que se trata de Rita, pero no hace un análisis más profundo, ni cuestiona lo que se ve, ni queda intrigado. Solo lo acepta.

Creo que Benedetti sí quería referirse con la borra a Rita, pero no a ella como la persona humana que ve Claudio, sino a lo que simbolizaba ella y como lo había mencionado anteriormente representaba tanto la sexualidad como con la muerte. Pero con estas prefiero la última.


El sentido de leer una borra de café es presagiar el futuro y bien sabemos que durante nuestra vida tendremos diferentes acercamientos con la muerte. Claudio ya había tenido diferentes y creo que a eso se refiere, por eso cada vez que la leían resultaba en la misma imagen.


Para finalizar, he estado pensando mucho en la comparación y apreciación de la familia de Claudio con la mía. En cuanto a la familia inmediata no encuentro un punto en común: su hogar es numeroso, mientras que en el mío solo somos tres; él tiene hermana, yo soy hija única: él tiene la ausencia de la mamá y una madrastra, no es mi caso y así podría continuar. El caso de los primos probablemente sea la única similitud que tenga con él: también tenía un primo muy cercano, pero en mi caso él se mudó y simplemente perdimos contacto, a pesar de vivir en una época donde las comunicaciones no son un conflicto.


Lo que más rescato es que Claudio no creció en un hogar conflictivo y de hecho veía a sus padres amarse. Entre todos siempre fue una relación respetuosa y de cariño. En la novela no se notan grandes conversaciones o confesiones entre padre e hijo, pero se nota implícitamente que llevaban una muy buena relación. Lo mismo con la hermana aunque esto sí se nota cuando se cuenta que le había confidenciado su relación con el paraguayo.


El libro me pareció fácil de leer, pero no sé si puedo decir que me gusto. Sí reconozco que Benedetti escribe bien, pero quizás el humor en el que he estado estos últimos días no hizo que conectara con el libro.


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